La caja registradora un invento que no deja de evolucionar

La primera caja registradora fue inventada por los hermanos James (Dayton, Ohio, 1837 – 1918) y John Ritty, en 1879. En 1878, James viajó a Europa en un vapor. En el barco se interesó por el mecanismo de conteo de revoluciones de la hélice propulsora. Ello le hizo pensar en un mecanismo que registrara las ventas en un salón que poseía en Dayton llamado “the Pony House”.

El primer intento fue un total fracaso. Se parecía a un reloj con teclado. Las manecillas indicaban dólares y céntimos en lugar de horas y minutos. El segundo no era mucho mejor. Pero el tercero se comercializó. John lo había mejorado agregándole un rollo de papel de modo que pudiera registra la venta de los empleados. La registradora tenía un perforador que abría huecos en columnas separadas invisibles correspondientes a dólares o céntimos. Por ejemplo, si el papel tenía tres perforaciones en la columna de dólares y siente en la de céntimos, la venta había sido $3,07. A la registradora la llamaban el Incorruptible Cajero de Ritty y se vendía por $50. La máquina carecía en aquel tiempo de campana y gaveta, ni tampoco daba recibo.
La empresa de los Ritty se llamaba originalmente National Cash Register, pero en 1882, luego de una reestructuración su nombre cambió a National Manufacturing Company.
En 1884, John Henry Patterson (1844 – 1922), un graduado del Darmouth College, propietario de un negocio de carbón y una tienda al detalle, compró la compañía de los Ritty cuando ésta estaba en franca decadencia (de hecho, la decisión de Patterson fue considerada inicialmente una broma) por $6.500. Patterson le devolvió el antiguo nombre de National Cash Register.
Aparte de modificaciones fundamentales a la caja registradora (gaveta, recibo, exhibición, campana, totales por departamento, etc.), Patterson introdujo en su empresa novedosos métodos de gerencia y tuvo especial cuidado en el entrenamiento de su fuerza de ventas.
¿Cómo lo hizo? Pues creando unas cuantas novedades en los métodos de venta. Asignó a los agentes comerciales territorios exclusivos, para cumplir su meta de una registradora por cada 400 ciudadanos. Estableció un sistema de puntos sobre las ventas (en el mismo plan que muchos comercios de hoy), con cuotas mensuales y anuales. Se fundó el Club de los Cien Puntos y se premió a los mejores vendedores. Patterson impulsó también la publicidad, formó a sus vendedores y creó un manual de ventas.
El éxito de su gestión, que duró hasta su muerte, se verifica en el hecho de haber llegado a ser su empresa, primero la National Cash Register Company, luego la NCR Corporation, una de las empresas líderes en informática. Ello muestra que en relación a informática no sólo cuentan los desarrollos tecnológicos sino las relaciones comerciales. En los manuales de Patterson se puede leer un ejemplo que puede servir aún en nuestros días. El manual muestra los cinco dedos de una mano para ilustrar los cinco puntos siguientes:
Las transacciones ordinarias de un día con sus clientes pueden ser agrupadas en cinco clases, de este modo: 
    1. Vende mercancías en efectivo.
    2. Vende mercancías a crédito.
    3. Recibe dinero a cuenta.
    4. Paga en efectivo.
    5. Cambia una moneda o un billete.
En 1911 la compañía vendió un millón de unidades (359 en 1884); en 1922, dos millones. En 1921 salió al mercado la Clase 2000, llamada la Madre de la Máquinas. Proporcionaba 30 totals.
Luego de la compra de la Ellis Adding and Typewriter Company en 1929, NCR produjo la Clase 3000, la cual agregaba una descripción de la entrada al registro numérico. A la máquina original de la Ellis se le había agregado motor eléctrico en 1911. Se dice que hasta alrededor de 1980 había máquinas Clase 3000 funcionando; pocas, eso sí.
El diario The Saturday Evening Post lo dijo muy clarito: “Patterson cambió a los vendedores de olor a puro y a whisky en una nueva raza de hombres”. Una revista llegó a calificarlo como uno de los mayores empresarios americanos.